María Teresa Hincapié. ‘Vitrina’

En el marco del Encuentro Latinoamericano de Teatro Popular de Bogotá, en 1989, María Teresa Hincapié intervino en un escaparate de un local comercial ubicado en la Avenida Jiménez con Carrera 4. Vestida con una bata azul, asumió el rol de quien se dedica a las tareas del hogar y durante ocho horas consecutivas a lo largo de tres días realizó un retrato de lo que se suponía que implicaba ser mujer a finales del siglo XX, ejecutando tareas como las de barrer, limpiar, peinarse, maquillarse, ante la mirada asombrada de los peatones. Deambulando por el interior del espacio, utilizó el vidrio del ventanal como soporte para escribir frases con un pintalabios rojo, lavar luego los rastros con jabón o empapelarlo con hojas de periódico para después abrir pequeños agujeros en los papeles, por los que asomaba sus ojos y su boca.

Separado por el cristal, el público podía leer preguntas que la artista planteaba en torno al mundo de la dramaturgia como: “¿Ustedes creen que esto es teatro?”; o afirmaciones como: “Soy una mujer que vuela”, “Soy una mujer azul” y además presenciaba acciones como la de dibujar siluetas femeninas – entre ellas un autorretrato- que hablaban de la intención de crear un nuevo sujeto femenino, al cuestionar lo genérico y denotar sus contradicciones con acciones consideradas como banales, pobres o limitadas, casi ritos en lo corriente. De alguna manera su imagen física de mujer se convirtió en una imagen artística que hablaba de un nuevo mito fundacional y que superaba las categorías de género.