El primer largometraje de Piavoli es una sinfonía visual y sonora en torno a la naturaleza y sus habitantes: hombres, animales y plantas. Marcada por el ritmo de las estaciones y los secretos del planeta, es una película única, sin diálogos ni música, que el cineasta rodó en los alrededores del lago de Garda, donde muestra la evolución biológica y los aspectos fundamentales de la vida (el juego y el amor, el trabajo y el descanso, la convivencia y la agresión) como fragmentos de un equilibrio cósmico fascinante. «Un poema, un viaje, un concierto de la naturaleza, el universo, la vida. Una imagen diferente de la que siempre vemos» (Andréi Tarkovski).