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«Ariadna nunca fue nuestra diosa» de Maria Alcaide

— Curado por La Otra (Patricia Sorroche y Maria Amador)

11 — 23 noviembre 2024

«Ariadna nunca fue nuestra diosa» de Maria Alcaide

Ariadna nunca fue nuestra diosa propone deshilvanar las estructuras sociales y políticas dominantes de nuestras sociedades, para volver a coser nuevas tejeduras de afectos que nos permitan desarticular las condiciones de alteridad y proponer un espacio de relación horizontal. Con una clara vocación de cuestionamiento, el proyecto pone en entredicho el imaginario de la feminidad que la historia occidental ha proyectado, no solo desde la plástica y lo literario, sino también desde sus construcciones sociales y políticas, o la condición de raza y clase. 

A través de una relectura de la obra de la artista Maria Alcaide Guǎnlǐ de shǒu.The Managed Hand, Ariadna se desvanece y se confunde en los salones de manicura americanos dónde aquellas que cuidan, quieren ser cuidadas a su vez. El resultado es una repetición de las relaciones de poder en la que los cuerpos sometidos simulan la ostentación del privilegio dominante. En estos espacios, las conversaciones, los anhelos y los sueños, se confunden entre el sonido de las limas y las luces lilas de las lámparas; donde se invierten las categorías de poder, y operan de nuevo las violencias. 

La obra de Maria Alcaide coge prestado el título del libro homónimo de la socióloga  Miliann Kang (2008) The Managed Hand, en el que trabajó, desde una mirada antropológica, las condiciones sociales y económicas de la juventud americana fuertemente precarizada. Partiendo de su experiencia personal, en la que Alcaide también trabajó de cara al público ofreciendo su fuerza-cuerpo al servicio de los otros, y situándola en una escala inferior de derechos, la llevó a iniciar una profunda investigación en torno a la performatividad del trabajo asociado a los servicios corporales, dejando visible la violencia que el sistema ejerce sobre los sujetos femeninos, racializados y de clase media y baja. Maria Alcaide, se adentra en ese ecosistema de performatividad del servicio desde un espacio concreto y situado como son los salones de manicura, donde esas fuerzas de poder se dan entre los mismos cuerpos oprimidos, buscando el simulacro del privilegio de la clase. En una alegoría que invierte la mitología de  Ariadna, quien debe  salir del laberinto no es Teseo,  sino aquellas que ponen sus cuerpos al servicio de quienes pueden pagarlos. 

Participantes