Chus Martínez y Rosa León recogen en esta exposición una representación del tejido artístico de la ciudad con la intención de dar valor al proyecto de comunidad.
El “ahora” es tan complejo que resulta —por igual— difícil y doloroso pensarlo. Esta exposición es algo así como observar un iceberg o el cráter de un volcán sepultado bajo el agua: es solo una ínfima parte de la totalidad de la comunidad artística, de la producción. Aun así, resulta imprescindible que esa parte esté presente, porque en ella está anunciada la totalidad. Esta exposición debería crear el deber de acercarse a los artistas que tenemos cerca, crear situaciones en las que ver y poder hablar de su trabajo, situar las preguntas que proponen en el horizonte de las relaciones cambiantes que definen nuestra identidad, nuestro género, nuestros derechos, nuestra voluntad de continuar con la transformación de la forma en la que sentimos la realidad, la vida. Esta no es una exposición sobre vídeo —o, más bien, el término da igual—. Aquí las imágenes relatan cómo asumen, desde la poesía, un modo de expresar en clave personal una lucha contra su negación, contra quienes continuamente relegan el arte al olvido, quienes se niegan a aceptar que ese espacio sensorial se conecta directamente con la vida y, por tanto —explícitamente o no—, con los valores que hacen posible vivir en comunidad.
El acercamiento constante a los artistas que nos rodean y que tenemos cerca es el mejor ensayo, la forma más lúcida de saber qué sentimos. ¿Qué repetimos sin cesar? ¿Qué dramatizamos siempre? ¿El dolor? ¿El amor? ¿Qué intelectualizamos siempre? ¿Qué victimizamos? ¿Qué es aquello que nos conmueve describir? Vivir en consonancia con nuestra vida artística es el único ejercicio que genera una dinámica capaz de mover el sistema, de transformarse por observación, de ser capaces de discernir las alianzas externas que pueden contribuir a crear vínculos fuertes y verdadera mutualidad. Un organismo que no se comprende es ciego. He ahí la razón de las imágenes. La invención política pasa por comunidades en las que convive el sentido de la militancia con una cierta indiferencia hacia el “ahora”, hacia el hecho de estar “a la altura del momento”, porque saben que colocarse muy abajo, como si “la política con mayúsculas” se escribiese en realidad con minúsculas, es el mayor gesto de generosidad para con nosotros.
Chus y Rosa