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Pedro Torres. ‘Uxuwell’

9 — 18 noviembre 2022

Pedro Torres. ‘Uxuwell’

El universo conceptual y formal desarrollado por el artista Pedro Torres (Brasil, 1982) se articula alrededor de una noción tan abstracta y omnipresente como el tiempo. A través de medios y técnicas distintas, los proyectos de Torres son propuestas visualmente atractivas y sugerentes, en las que la reflexión sobre la representación y percepción de los múltiples pliegues del tiempo se entremezcla con un marcado interés por las posibilidades de la imagen y el lenguaje.

Haciendo de los hechos científicos el punto de partida para sus largas investigaciones (la curvatura del espacio-tiempo, la precesión del perihelio de Mercurio, el funcionamiento químico de un clatrato, la observación de la actividad solar por la NASA o el principio de sedimentación de un fósil son solo algunos ejemplos), el artista se aleja de interpretaciones puramente nocionales o técnicas y junta teoría y poesía para apelar directamente al público y a su experiencia individual. Tomando prestadas algunas palabras recitadas por una cálida voz en off en este último proyecto –Uxuwell (2022) –, podríamos decir que en la práctica de Torres «el proceso es continuo mientras pueda suceder, mientras atraviese los objetos y sea inherente a las relaciones y conexiones, mientras fluya. Para que tanto tú, como yo, podamos estar aquí o allí, o aquí y allí, ayer, hoy, mañana, nunca o siempre».

Realizado gracias a la Convocatoria de Producción 2020 de la Fundación “la Caixa”, y con apoyo de Hangar, Uxuwell reúne muchas de las líneas de investigación que caracterizan la práctica del artista: la representación entrelazada de pasado, presente y futuro; la esencia y el peso de la memoria; la percepción de nuestro entorno físico y natural; el impacto del cambio climático; y la importancia y materialidad del lenguaje.

Fragmentando el relato en múltiples pantallas, que evocan a su vez dimensiones espacio-temporales distintas, el proyecto propone un viaje narrado a caballo entre realidad y ficción, solapando imágenes de paisajes naturales, que podríamos reconocer como terrestres, con otras de entornos digitales, abstractos y glitcheados. En ese recorrido que transita por escalas y épocas diversas, el público es llamado a ser a la vez observador y participante activo. El dispositivo instalativo multicanal incita el movimiento de la mirada y del cuerpo, hasta traducirse en la posibilidad para el visitante de una experiencia inmersiva de realidad virtual. Esa opción puntual de interacción con el entorno adquiere, además, un significado específico cuando las imágenes propuestas ilustran cambios geológicos y climáticos irreversibles: esas secuencias parecerían sugerir una pregunta directa a quienes participamos de la actividad sobre el planeta Tierra.

Una posible clave de lectura del material original grabado por el artista entre España e Islandia permitiría, de hecho, detectar épocas precisas en la evolución terrestre y en el proceso de deterioro ambiental: el pasado, representado por las imágenes de las salinas del Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja, en riesgo de desaparición por la subida del nivel del mar; el presente, evocado por la zona de alta actividad volcánica y geotérmica de Hverir, entendida por Torres como metáfora de la acelerada actividad humana sobre el ambiente; el futuro inevitable de deshielo y la desaparición de los glaciares, descrito por visiones microscópicas inspiradas en el glaciar de Vatnajökull y en la laguna Jökulsárlón.

En una constante oscilación entre dimensiones formales y narrativas –que mezclan lugares reales con paisajes virtuales– el recorrido empieza, así, con la representación de un átomo de carbono flotante –elemento abundante en la corteza terrestre y esencia de toda forma de vida conocida–, y con la imagen de un territorio desértico que evidencia los límites de la representación digital. A partir de aquí, el visitante puede encontrarse con un paisaje solar que evoca calor y un movimiento a otras escalas; flotar entre partículas elementales que fundamentan la constitución de la materia; deslizarse entre el código del software Unity, utilizado para diseñar la experiencia virtual; estar en medio de un océano de aguas revueltas y olas continuas que remiten al paso del tiempo; perderse en la rotura de la imagen fragmentada, latente, en un umbral entre realidad y mundo virtual. Finalmente, la secuencia podría acabar con un travelling cósmico, un paisaje de oscuridad infinita que –temible y pacificador a la vez– podría remitir al fin del universo. Estas dimensiones paralelas podrían o no ser encontradas en el recorrido individual realizado a través de la realidad virtual: el viaje resultaría siempre una experiencia parcial, amplificada, además, por la circularidad y (no)linealidad del tiempo.

Tomando como punto de partida el concepto de Umwelt desarrollado por el biólogo, zoólogo y filósofo estoniano Jakob von Uexküll (1864-1944), el artista da vida, de esta manera, a distintas representaciones de nuestra experiencia de la realidad. Para Uexküll –largamente influenciado por el pensamiento kantiano– el concepto de la existencia de un mundo objetivo, regular y unívoco para todes no tendría sentido. Deberíamos más bien hablar de la existencia de un sujeto –u organismo– que, desde su propia perspectiva, establecería su específico e irrepetible conocimiento del mundo. De lo que seguiría la existencia de tantos universos posibles (Umwelten) que derivarían, a su vez, del mundo perceptual (Merkwelt) y operacional (Wirkwelt) de un determinado organismo.

De esta manera, el paisaje nocturno que cierra el recorrido narrativo y visual de Uxuwell vendría a ser el fin de un universo y el principio de otro, un «brillo primordial» que estalla donde termina mi visión y empieza la tuya. Buen viaje…

Texto de Carolina Ciuti