Con Pegasus Dance, creada en los Países Bajos en 2007 en colaboración con la policía antidisturbios de Rotterdam, Fernando Sánchez Castillo revisa las funciones que asociamos generalmente con el poder, en este caso, con los vehículos antidisturbios con cañones de agua. Estos vehículos se configuran como un grupo de baile de un vals de Strauss. A través de la evolución de sus movimientos circulares, los dos vehículos representan una especie de melodrama, repleto de sentimiento romántico, nostalgia y triunfo. Con ello, el artista reinventa la naturaleza violenta de estos elementos y, bajándolos de tono, los acomoda en un insólito ambiente poético. Más que en elementos de opresión, se convierten en agentes del arte y la cultura. El juego de luces se filtra a través del agua que disparan al ritmo de la música, los colores se difuminan, la tarde se vuelve agradable y la escena, exuberante, casi como en un cuadro de paisaje bucólico.